Por Miquel Llorente @miquelpaniscus | Publicado orginalmente en #SciLogs de Investigación y Ciencia

¿Quiénes somos? ¿Cómo somos? Ambas preguntas forman parte de nuestra identidad como individuos. Nuestra manera de ser y de comportarnos nos diferencia del resto de personas con las que compartimos nuestra vida. Pero, ¿tienen el resto de animales identidades similares a las nuestras? ¿Existe «personalidad» en aquellos que no consideramos personas sino animales?
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[Crédito: Miquel Llorente | Fundació Mona (c)]

Desde los inicios históricos y científicos de la Psicología, el estudio de la personalidad, del carácter, del temperamento, de nuestra manera de ser y comportarnos, ha suscitado un enorme interés. Comprender, entender y estudiar aquello que nos diferencia del resto de personas con las que convivimos ha sido clave para la psicología humana desde hace décadas. No obstante, y de manera paralela, dos disciplinas también se han planteado esas mismas cuestiones y preguntas en animales no humanos. La Etología y Primatología se han interesado en los últimos años en detectar posibles estructuras de personalidad en animales. El objetivo ha sido desarrollar una estrategia metodológica adecuada que permita identificar rasgos de personalidad en no-humanos con el objetivo de (1) conocer mejor a estas especies y (2) ver sus similitudes y diferencias respecto a nuestro comportamiento. Además de esa vertiente aplicada a la conservación y bienestar de diversas especies no-humanas, el estudio comparado aporta un punto de vista único para comprender el proceso de hominización conductual de nuestra propia especie.

g_8658_by_yair_leibovich-d66jc4eLas críticas, discusiones y ataques que se han producido en todo este tiempo han sido numerosos. Según muchos autores es erróneo atribuir una personalidad a aquellos que no son personas. Por otro lado – y fundamentalmente en el ámbito de la Primatología – autoras como Jane Goodall, y desde una posición antropomórfica, han atribuido perfiles de personalidad basados en adjetivos humanos a chimpancés. ¿Cuál es la situación actual? Por suerte, cada vez son más los autores tanto del ámbito de la Psicología como de la Biología que asumen con total confianza y sin ningún tipo de tapujos los conceptos de personalidad o temperamento como sinónimos y atribuibles tanto a animales humanos como no humanos.

De hecho, en los últimos 10 años se ha producido una explosión de trabajos interesado en comprender el carácter y el temperamento de multitud de especies animales. A modo de ejemplo, diversos trabajos recientes han determinado la presencia de rasgos de personalidad en especies de (1) invertebrados: anémonas [Condylactis gigantea] (Hensley et al., 2012), gorgojos [Tribolium confusum] (Nakayama et al., 2012b); (2) peces: damiselas [Pomacentrus moluccensis] (Biro et al., 2010), espinosos [Gasterosteus aculeatus] (Nakayama et al., 2012a); (3) reptiles: agama roqueño [Agama planiceps] (Carter et al., 2012), lagartija ibérica [Podarcis hispanica] (Rodríguez-Prieto et al., 2011); o (4) aves: diamante de Gould [Erythrura gouldiae] (Williams et al., 2012), cernícalo vulgar [Falco tinnunculus] (van den Brink et al., 2012). En relación a los mamíferos los estudios son igualmente cada vez más numerosos destacando fundamentalmente especies como: gatos domésticos [Felis silvestris catus] (Gartner & Weiss 2013; Lee, Ryan, & Kreiner, 2007) perros [Canis lupus familiaris] (Mirkó et al. 2012; Kubinyi, Turcsán, & Miklósi, 2009), caballos [Equus ferus caballus] (Graifoner et al. 2010, von Borstel et al. 2011), ovejas [Ovis orientalis aries] (Sibbald, Erhard, McLeod, & Hooper, 2009), gamos [Dama dama] (Bergvall et al. 2011) y vacas [Bos taurus taurus], ( Hanna et al. 2009) entre otros.

NicolaDiestefanoEstas evidencias no presuponen que las personalidades presentes en aquellas especies más lejanas filogenéticamente de los humanos (p.e. la de un gorgojo o un cernícalo) sean homólogas a nuestra personalidad. Lo que nos muestra es que las diferencias comportamentales interindividuales (aquello que algunos biólogos denominan «estilos de comportamiento») proporcionarían ventajas adaptativas y de supervivencia para estas especies, incluida la nuestra.

Pero si bien los estudios en personalidad animal han sido muy numerosos, en el ámbito específico de los primates no humanos los trabajos científicos de los últimos años ha sido extraordinariamente productivos. Aunque los primeros trabajos sobre personalidad en primates se sitúan en la primera mitad del siglo XX, no es hasta la década de 1970 cuando se establece el interés especial de los primatólogos por la personalidad primate. En un reciente trabajo Hani Freeman y Samuel Gosling (2010) identificaron un total de 210 artículos sobre personalidad en primates no humanos desde la década de 1930. Aunque se han descrito hasta 28 especies diferentes de primates en estos estudios, la gran mayoría se han llevado a cabo en monos Rhesus (una de las especies más comunes en los laboratorios de investigación biomédica) y chimpancés.

¿Y cuál ha sido el principal interés en este tipo de trabajos? Básicamente identificar y detectar estructuras y rasgos de personalidad presentes en humanos en primates no humanos. Es decir, detectar la presencia de los rasgos de personalidad (como p.e. la extroversión/introversión o el neuroticismo) establecidos por algunas de las principales teorías de la personalidad humana tales como la de Hans Eysenck o McCrae y Costa (Big Five) en primates no humanos. De manera resumida podríamos afirmar que en estas décadas de estudio se han detectado estructuras y rasgos para diversas especies de primates no humanos, entre las que destacan las siguientes: macacos rhesus [Macaca mulatta] (Weiss et al., 2011), gorilas [Gorilla gorilla] (Gold & Maple, 1994), chimpancés [Pan troglodytes] (King & Figueredo, 1997), monos vervet [Chlorocebus aethiops] (McGuire et al., 1994), o macacos de berbería [Macaca sylvanus] (Konečná et al., 2012), entre otros.

Snow Monkey with Snow¿Y de qué manera estudian la personalidad animal estos investigadores? Los instrumentos utilizados para la evaluación de la personalidad han sido diversos a lo largo de todos estos años. De manera destacada, las escalas de adjetivos, temperamentos o emociones han sido las más comunes, aunque otros instrumentos centrados en evaluar estilos de maternidad o la reactividad ante ciertos estímulos también han sido utilizados ampliamente. Igualmente, la observación de la conducta de estos animales a lo largo del tiempo permite identificar aquellos estilos de comportamiento estables y persistentes de manera longitudinal en diversos contextos (es decir, personalidad).

Y entonces ¿se diferencia nuestra estructura de personalidad de la de nuestros parientes más cercanos? La respuesta es simple: no. Son diversos los estudios (Freeman et al., 2013; King & Figueredo, 1997; King et al., 2005) que afirman que de la misma manera que nosotros los chimpancés tienen una estructura de personalidad que se podría resumir en cinco grandes factores (Big Five): neuroticismo, extraversión, apertura a la experiencia, amabilidad y responsabilidad. De manera más reciente (Úbeda & Llorente, 2015), también se ha observado que el clásico modelo psicobiológico de Eysenck basado en tres grandes rasgos de personalidad (introversión/extraversión, neuroticismo/estabilidad emocional, psicoticismo) se ajusta a los chimpancés. La cuestión de si la totalidad o parte de los factores para la teoría de Eysenck o la del Five Factor Model se expresa en los chimpancés es potencialmente importante para la comprensión del comportamiento humano desde un punto de vista filogenético, y por qué no, también para ser más conscientes de que nuestra personalidad es muy animal o cuanto menos que las diferencias entre nosotros y ellos (primates no humanos) son mucho más sutiles de lo que nos podríamos pensar.

Referencias bibliográficas de interés:

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