Los manglares son un tipo de hábitat difícil para la vida ya que se inundan constantemente con agua de mar, no presentan una gran diversidad de fauna, ni siquiera invertebrados, ni tampoco de flora (en Madagascar tan sólo existen 8 especies distintas de manglares en total, y cada manglar está compuesto únicamente por 2 o 3 especies de plantas).

Además, para los investigadores, realizar estudios en manglares es una tarea muy complicada ya que la densidad arbórea es enorme y el crecimiento horizontal de las raíces imposibilita atravesar el manglar a no ser que sea a través del agua.

Estas razones han llevado a pensar a los científicos que la presencia de animales, como los lémures, en este tipo de hábitats no era muy frecuente. Sin embargo, en 2015, Charlie Gardner y su esposa, durante una incursión en una zona de manglares, avistaron un lemur ratón gigante (Mirza zaza), lo que les llevó a iniciar un estudio sobre la presencia de estos primates en este tipo de hábitat.

Aunque su estudio se basa únicamente en un sondeo realizado a 1.243 investigadores y profesionales de la conservación y el ecoturismo, los resultados indican que la presencia de estos prosimios en este tipo de ecosistemas es mucho más frecuente de lo que se pensaba. Al menos, unas 23 especies de lémures de 5 familias distintas han sido avistados en este tipo de hábitats, lo que supone un 20% de todas las especies de lémures conocidas y más de un 50% de las especies de lémures cuyo rango de distribución incluye zonas de manglar.

Los lémures utilizan los manglares para buscar comida (forrajear), dormir y viajar entre parches de bosque. Algunos han sido vistos a más de 3 km de distancia de las zonas permanentemente secas más cercanas. Así, teniendo en cuenta que el 94% de las especies de lémures están amenazadas, estos resultados preliminares hacen pensar que los manglares merecen una mayor atención a la hora de proteger y realizar esfuerzos de conservación para evitar la extinción de este grupo de primates. Aun así, estudios futuros en este tipo de hábitats contribuirían a incrementar nuestro conocimiento sobre la ecología de los lémures en estos ecosistemas inundados.

Hay que tener en cuenta que los manglares son uno de los ecosistemas más frágiles y amenazados del mundo. Des de los años 80 se ha perdido un 25-30% de su extensión original, y solamente en Madagascar, el área total de zonas de manglar ha disminuido en un 21% entre 1990 y 2010.

Según Gardner, los esfuerzos de conservación de estos hábitats para proteger la biodiversidad, y en este caso, a los lémures de Madagascar, debería concentrarse en áreas concretas. Por ejemplo, su estudio demuestra que para especies de amplia distribución como el lémur de cola anillada (Lemur catta), el aye-aye (Daubentonia madagascariensis) o el sifaka de Coquerel (Propithecus sifaka), los manglares suponen una porción muy pequeña de su área de distribución, por lo que no resultarían vitales para la conservación de estos ejemplares. Sin embargo, en el noroeste de Madagascar donde encontramos las zonas de manglar más extensas, podemos encontrar especies tan amenazadas como el lémur ratón de Nosy Be (Microcebus mamiratra), el lémur ratón de Danfoss (Microcebus bongovaensis) o el lémur ratón gigante norteño (Mirza zaza), los cuales tan sólo ocurren en pequeñas áreas, por lo que su presencia en estos manglares puede ser muy significativa para su conservación.

Fuentes:

  • Gardner, C. J. (2016). Use of Mangroves by Lemurs. International Journal of Primatology, 1-16. doi:10.1007/s10764-016-9905-1
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    In search of Madagascar’s “marine primates”